viernes, 1 de junio de 2012

¿LO VEREMOS CON OTRA OPTICA?

En mi relación con algunas residencias de personas mayores, me estoy encontrando con que estas personas que han llegado a una determinada edad, no tienen ilusión por casi nada.
La trabajadora encargada de dirigir distintos talleres o actividades, se encuentra con que llega con muchas ganas de poner en práctica esas ideas que trae consigo. Pero se encuentra con casi un muro, con el cual es muy dificil trabajar. Es casi imposible hacerles ver que aunque tengan muchos años, es necesario seguir aprendiendo haciendo cosas diferentes a las que hacían en sus casas.
Me encuentro con unos rostros llenos de tristeza, resignándose a vivir esta nueva etapa de su vida, e incluso esperando la muerte.
Una gran mayoría, tienen un nivel cultural bastante básico. Aunque es cierto que pudieron ir escalando laboralmente, y así tienen hoy unos ingresos que les permite estar en esta residencia, que es privada. Pero no aprendieron a llenar su día a día con otros menesteres, distintos a los que hacían en su vida activa. No pensaron en su retirada laboral. No saben que hacer.
Ellos si pensaron que sus hijos los atenderían, como ellos atendieron a sus antepasados. Pero, nunca pensaron que en la vida de sus hijos, tanto el hombre como la mujer, trabajarían fuera del hogar. Porque entonces la mujer, trabajaba en casa, y era la que realmente atendía a los mayores.
Ha habido un peldaño tan enorme entre, la generación que hoy tiene entre ochenta y noventa años, con relación a la de sus hijos, que ellos no lo entienden.
En muchos casos, lo único que esperan cada día, es la llegada de ir al comedor. Y después casi todo el día, de brazos cruzados. No aprovechan nada relacionado con el ocio, con lo que cuentan las residencias. Porque nunca aprendieron que también es muy necesario, el no hacer nada.
En muchos casos, es cierto que los familiares se olvidan o no tienen tiempo de ir a visitarlos muy a menudo (esto me cuesta entenderlo). Pero en muchos otros, si que tienen esas visitas.
Y yo me pregunto ¿Aprovecharé yo las actividades de la residencia, (si mi memoria está más o menos bien?, ¿O no habré avanzado, y seré igual que ellos?.
Yo tengo esperanza de que este aprendizaje, me sirva y disfrute de esos años, que también tienen su valía. Y seguir aprendiendo hasta cinco minutos antes de abandonar el mundo terrena.
Tengo muy claro que mis hijos no me podrán atender. Y no porque no quieran, sino porque en la forma de vivir actualmente, les es imposible.
A mi me hubiese gustado mucho, el haber compartido más tiempo con mis padres, pero tuve que salir de mi pueblo para buscarme la vida, porque allí no había trabajo. Por lo tanto, yo tampoco pude atenderles, como ellos hicieron con mis abuelos.
La vida es así, y hay que aceptarla. Y quiero pensar que mi generación y las próximas, LO VEREMOS CON OTRA OPTICA. Porque si no es así, es que no hemos avanzado nada.

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