miércoles, 28 de noviembre de 2007

LA VIDA ES SOLAMENTE UN MOMENTO "CORTICO"

(Cuenca). Aunque ahora ya se han refinado, acercándose a como realmente dice la Real Academia de la Lengua, que hay que Ayer día 27 escuché una entrevista en una emisora de radio, que le hacían al cantante De Juanes, y me llamó mucho la atención el título de su nuevo disco "La vida es un momento cortico". Y es que me recordó a la forma que tenemos de expresarnos en mi pueblo, El Provencio. Verbalizar, que es como nos enseñan en la escuela (porque allí no hay colegios religiosos, ni de otra índole, sino escuelas). A mi me gusta cuando voy y habló con mis paisanos, esa forma de comunicarse. Son palabras bonitas que me traen muchos recuerdos de mi infancia. Se decía "bonico, majico, cortico, bajico, etc.

Cuando ya fui mayor y me vine a trabajar y a estudiar a Madrid, me encontré con varias personas de mi edad (en aquel entonces éramos muy jóvenes), las cuales se avergonzaban de que sus padres se expresaran gramaticalmente de esa manera, al igual que no querían decir que sus padres eran campesinos y en muchos casos analfabetos. ¡Que pena!. Afortunadamente para mí, no me pasó eso. Siempre me sentí orgullosa de los cimientos humanos que mis padres me transmitieron. Culturalmente no podían darme mucho, solamente la cultura innata con la que ellos habían nacido, ya que la adquirida nunca pudieron adquirirla, pues prácticamente no pudieron ir a la escuela.

Volviendo a la palabra "cortico", tengo que decir que este cantante ha sabido captar lo que ese vocablo significa, pues parece ser y según ha dicho él, este calificativo siempre se lo ha oído decir a su madre, la cual le decía que la vida es solamente un momento cortico.

Que razón tiene esa madre. Si fuésemos un poco inteligentes nos daríamos cuenta de que la vida es solamente esa frase. ¿Qué significado tiene vivir muchos años, si no hemos sabido sacar la parte positiva de nuestro paso por la tierra?, ninguno. Hay que vivir y dejar vivir.

¿Cuantas veces dejamos las cosas para mañana?, muchas y ¿Porque?, pues simplemente porque tenemos miedos, porque somos irresponsables, porque queremos que otros nos resuelvan los problemas, o porque vamos a esperar a ver si el tiempo pasa y la otra persona que creem

os que es la responsable de mi problema, cambia. Porque realmente yo no tengo que cambiar porque soy muy guapo/a, muy maduro/a y sé perfectamente lo que quiero, pero ella/él, no tiene ni idea
de lo que quiere.

Creo y estoy segura de ello, que aunque no nos guste al "toro hay que agarrarlo por los cuernos", y os aseguro por propia experiencia, que no es nada grato hacer esto. Pero también os aseguro que es lo mejor que podemos hacer en nuestra vida.

En muchas ocasiones hay que rectificar nuestro comportamiento. Tenemos que pedir perdón. Y que queréis que os diga, pues que a nadie nos gusta tener que hacerlo, ya que ello implica aceptar nuestros errores y nuestra no perfección.

Yo he llegado a la conclusión de que es mejor resolver los problemas, que vivir con ellos toda la vida, pensando que esta vida es muy corta. Aunque dicen que hay otra vida mejor, pero yo hasta ahora no conozco nada más que la que estoy viviendo.

Y dicho todo lo anterior, desde hoy hasta que me llegue mi último segundo de vida terrenal, yo agarro y agarraré al toro por los cuernos, porque la VIDA ES SOLAMENTE UN MOMENTO CORTICO.

Hacer vosotros lo mismo. Dejad que os de este consejo, porque os sentiréis pasado el momento crucial, mucho mejor con vosotros mismo, y eso hará que podaís dar más a los demás.

María

miércoles, 7 de noviembre de 2007

NADIE ES MÁS QUE NADIE Y RESPETEMOS A LOS ANIMALES

Acabo de leer un correo acerca de un diario de un perro. Y la verdad es que me ha hecho llorar.
Es posible que para muchas personas resulte ridículo, pero os aseguro que por muy poca sensibilidad que se tenga, y por muy poco que te gusten los animales, te aflora la lágrima, porque es la realidad de muchos de ellos. Yo tengo un gato y sería incapaz de tratarlo mal, porque os aseguro que él me da mucho. Y además tengo que reconocer que me gustan mucho los perros y los gatos.
Lo que me ha pasado leyendo el mencionado correo, es que me he acordado de todas las personas que llegan a nuestro país, buscando la panacea que en muchos casos no encuetran. Y veo como en muchos casos no nos portamos con ellos, como deberíamos . Y ¿Porque?, pues muy sencillo , porque nos creemos que somos más "bonitos, más guapos , etc" y nos lo merecemos más que ellos el vivir con comodidades. Y si al problema de ser extranjero, le añadimos el de ser negro, entonces apaga y vámonos.
Si dedicáramos solamente cinco minutos a reflexionar, nos daríamos cuenta de que cualquiera de los que vivimos en esa parte de la tierra, a la cual se le denomina primer mundo, perfectamente podíamos haber nacido en esa otra parte llamada tercer mundo, y por supuesto con la piel negra.
Porque que me diga alguien, si ha elegido nacer donde ha nacido, si ha elegido a la familia que tiene. Yo desde luego no puedo contestar a estas cuestiones.
Conozco a personas que dicen, que estas circunstancias son llevadas a cabo por la suerte, o por la casualidad. Yo sinceramente no se porque, pero si aseguro que yo no lo elegí, por lo tanto podía haber nacido en Africa, en Japón, en América del sur, etc. Pero he tenido la suerte de nacer en España, que a pesar de que nací en los años duros posteriores a esa guerra absurda, entre españoles, si tengo que decir y presumir de ello, de que he tenido unos padres que me han dado todo el amor que ellos sabían dar, todo su sacrificio porque yo tuviera todo el bienestar. Y os aseguro que era mucho. Esta enseñanza me ha servido de mucho para yo aplicarla con mis hijos. Pues el dar amor es lo más barato y lo más grande, pero también tiene que ser libre sin que nadie lo exija, porque entonces ya no es tan real, y se acaba corrompiendo.
Recuerdo de niña, como mis padres me compraron una cartera de cuero para ir a la escuela de mi pueblo. Y era también de las pocas niñas que llevaba pinturas de la marca Alpino. Dicho de paso que eran unas pinturas buenas pero caras para la economía de mis padres, pero hacían todo lo posible porque ni a mi hermano ni a mí, nos faltara de nada. Aunque fueron años difíciles, ya que yo recuerdo como mi padre tenía que ir a pedir un préstamo a una determinada entidad financiera, para poder pagar la deuda de otra entidad igual, pero con distinto nombre. Y de esa forma iban sacando a sus hijos adelante.
Fijaros hasta donde llegaba mi admiración por la antes mencionada marca de pinturas, que cuando mis hijos comenzaron su andadura escolar, yo también se los compré a ellos, pero ya no fue igual, ya que por suerte ellos tenían muchas cosas más que yo tuve de niña. Y creo que a veces no es bueno tener tanto, porque se nos olvida el valorarlo.
Volviendo al diario de este animal que era más humano que muchos humanos, aquí os lo dejo por si queréis leerlo. Creo que merece la pena para que nos haga valorar todo lo que tenemos y seamos capaces de dar a los demás.

María

DIARIO DE UN PERRO

Semana 1ª. Hoy cumplí una semana. ¡Qué alegría haber llegado a este mundo!

Mes 2º. Mi mamá me cuida muy bien. Es una mamá ejemplar.

Mes 2º. Hoy me separaron de mi mamá. Ella estaba muy inquieta y, con sus ojos, me dijo adiós. Espero que mi nueva “familia humana” me cuide tan bien como ella lo ha hecho.

Mes 4º. He crecido rápidamente. Todo me llama la atención. Hay varios niños en la casa que para mí son como “hermanitos”. Somos muy inquietos. Ellos me jalan la cola y yo les muerdo, jugando.

Mes 5º. Hoy me regañaron. Mi ama se molestó porque me hice “pipí” en la casa, pero la verdad es que nunca me habían dicho dónde debía hacerlo. Además, duermo en la recámara... ¡y ya no me aguantan!
Mes 12º. Hoy cumplí un año. Soy una perra adulta. Mis amos dicen que crecí más de lo que ellos pensaban ¡Qué orgullosos se deben sentir de mí!

Mes 13º. “Mi hermanito” me quitó la pelota. Yo me agarré sus juguetes y se los quité. Pero mis mandíbulas se han hecho muy fuertes, así que le lastimé sin querer. Después del susto, me encadenaron al sol, donde apenas pude moverme. Dicen que van a tenerme en observación y que soy ingrato. No entiendo nada de lo que pasa.

Mes 15º. Ya nada es igual... vivo en la azotea. Me siento muy solo. Mi familia ya no me quiere. A veces se les olvida que tengo hambre y sed. Cuando llueve, no tengo techo que me cobije.

Mes 16º. Hoy me bajaron de la azotea. De regreso, mi familia me perdonó y me puse tan contento que daba vueltas de gusto. Mi rabo parecía reguilete. Encima, me van a llevar con ellos de paseo. Enfilamos hacia la carretera y, de repente, se pararon. Abrieron la puerta y yo me bajé, feliz, creyendo que haríamos nuestro “día de campo”. No comprendo por qué cerraron la puerta y se fueron. “Oiga, esperen –les grité–. Se... se olvidan de mí”. Corrí detrás del coche con todas mis fuerzas. Mi angustia crecía al darme cuenta que casi me desvanecía y ellos no se detenían: me habían olvidado.
Mes 17º. He tratado en vano de buscar el camino de regreso a casa. Me siento y estoy perdido. En mi sendero hay gente de buen corazón que me ve con tristeza y me da algo de comer. Yo les agradezco con mi mirada y, desde el fondo, con mi alma. Quisiera que me adaptaran. Sería leal como ninguno. Pero sólo dicen “pobre perrito, se ha de haber perdido”.

Mes 18º. El otro día pasé por una escuela y vi a muchos niños y jóvenes como mis “hermanitos”. Me acerqué y un grupo de ellos, riéndose, me lanzó una lluvia de piedras “a ver quien tenía mejor puntería”. Uno de ellos me lastimó el ojo y, desde entonces, ya no veo con él.

Mes 19º. Parece mentira. Cuando estaba más bonito se compadecían más de mí. Ahora estoy muy flaco y mi aspecto ha cambiado. Perdí un ojo y la gente más bien me saca a escobazos cuando pretendo echarme en una pequeña sombra.

Mes 20º. Casi no puedo moverme. Hoy, al tratar de cruzar la calle por donde pasan los coches, casi me arrollan. Según mi instinto de conservación, estaba en un lugar seguro llamado “cuneta” pero nunca olvidaré la mirada de satisfacción del conductor que hasta se ladeó con tal de centrarme. Ojalá me hubiera matado, pero sólo me dislocó la cadera. El dolor es terrible. Mis patas traseras no me responden y con dificultades me arrastro hacia un poco de hierba a la ladera del camino.
Mes 21º. He pasado diez días bajo el sol, la lluvia, el frío y sin comer. Ya no puedo moverme. El dolor es insoportable. Me siento muy mal. Me quedé en un lugar húmedo y parece que hasta mi pelo se está cayendo. Algunos pasan y ni me ven; otros me advierten: “¡No te acerques!”. Ya casi estoy inconsciente pero cierta fuerza me hace abrir los ojos. La dulzura de una voz me hace reflexionar. “Pobre perrito –dice alguien–. Mira cómo te han dejado”. Junto a la señora que se apiadó de mí vino un señor de bata blanca que empezó a tocarme y a decir: “Lo siento, señora, pero este perro ya no tiene remedio. Es mejor que deje de sufrir”. A la gentil gama se le salieron las lágrimas mientras asentía. Moví el rabo como pude y la miré, agradeciéndole que me ayudara a descansar. Luego, sólo sentí el piquetón de la inyección y me dormí para siempre, pensando en por qué tuve que nacer si nadie me quería.