sábado, 1 de noviembre de 2014

LA INFLUENCIA DEL SOL

Yo nunca entendía los comentarios que oía a mi alrededor, sobre la influencia que tenía nuestro sol español. Y digo nuestro porque nuestra España tiene una situación bastante privilegiada, aunque en verano haga un calor bastante sofocante, en algunas de nuestras provincias. A mi me gusta decir provincias porque era como las estudiaba yo, paso de comunidades, porque entre otras cosas y por motivos de no saber nuestros políticos, distribuir las competencias, nos encontramos con estos problemas de poco pelo, que lo único que hacen es someter a una incultura a los de a pie.
 
Me centro, que yo hoy no quiero perder mi tiempo con estos tipejos. Y si quería comentar, lo que veo a mi alrededor, y en el pueblo donde vivo. Y es que compruebo que como cuando buenos días y el sol brilla, las personas tenemos otra alegría. Y especialmente por las mañanas. Todo bulle. El acá para allá, se vive en las calles.
 
Sin embargo, cuando los días son grises, nuestros rostros lo transmiten, y ya no tenemos la misma sonrisa. Es como si le hiciésemos compañía al día.
 
En donde vivo yo, también suele ocurrir por la tarde. Desaparecen las personas y las calles aparecen desiertas. Esto ocurre también en verano, y no en horas muy tarde. Y con el cambio de hora, mucho más.
 
Y si tengo que hablar del pueblo donde nací, ahí si que a partir de las siete de la tarde, ahora, ya no te cruzas con ningún alma por la calle.
 
Hasta que no visité algún país de los que el sol les visita poco, no comprendí los comentarios citados. Y he de reconocer que es verdad. Las personas están mucho más pálidas. No tienen tanta alegría. En el momento que ven un rayo de sol, los parques se llenan de almas.
 
No hace muchos años, en mi trabajo, tenía un compañero finlandés, que pasaba temporadas aquí en España, normalmente en invierno, y en el momento que veía que hacía sol, aunque hiciese un frio del carajo, se iba a la calle a tomarse el café. Yo al igual que el resto de compañeros, alucinábamos, pero él sin embargo nos hacía ver lo importante que era para él que vivía en un pueblo, en el cual tenía ocho meses nieve.
 
A los españoles, nos cuesta mucho ponernos en  esa situación, aunque tengan un país con una calidad de vida altísima.
 
Cuando no sales de tu pueblo, ciudad o país, criticamos mucho lo que tenemos, y esto lo digo porque yo lo he hecho. Y fue cuando estuve en Dublín. Yo criticaba la limpieza de Madrid, y cuando llegué allí, comprobé que con todo el agua que tienen, sus calles estaban sucias. Al igual que he estado en otros países, en los cuales la pulcritud es el no va más. Pero todo esto viene a colación, de que no apreciamos el país que tenemos. Que el sol que es tan bueno (tomándolo con moderación), con tantas vitaminas como nos aporta, no lo valoramos.
 
Es porque me gusta tanto ver rostros con alegría, que me doy cuenta que yo que soy una defensora de los colores, sin saber porque el gris no es un color que abunde entre mi ropa. Inconscientemente está un poco apartado. Y pensándolo bien, creo que lo voy a incorporar porque es bonito, y si lo convino bien, a la vez de elegante, también puede ser alegre.
 
A mi como a cualquier ser humano, esos días grises me afectan, ¡pero! procuro que sea lo menos posible. Me digo a mi misma "estas viva y tus achaques, te permiten bailar, caminar, disfrutar, ete" entonces a seguir. Y os prometo que siendo positiva, los días sin sol, se vuelven hasta bonitos, y puedo disfrutar mucho de ellos.
 
Os dejo esta reflexión, CUANDO OS ENTRE LA NOSTALGIA-TRISTEZA, ACORDAROS DE LOS DIAS LUMINOSOS. VEREIS COMO FUNCIONA
 
 
 
 

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