jueves, 16 de mayo de 2013

ME SIGO DANDO "TORTAZOS"

A lo largo de toda mi vida, me he dado bastante tortazos, por decir las cosas a la cara y sin rodeos. Y miles de veces me he hecho el propósito de no volverlo hacer, y siempre he fracasado en el intento. Y ahora conforme voy cumpliendo años, la verdad es que no me apetece ni siquiera pensar en modificar mi comportamiento.
 
Como ser humano que soy, no me hace ni pizca de gracia equivocarme. Soy orgullosa, y me humilla el reconocer mi equivocación. Sin embargo, con el tiempo que todo lo cura y todo modifica, he aprendido que no es ninguna humillación, el pedir disculpas o perdón, cuando me he dado cuenta de que he hecho daño. Al revés, para mi el hacerlo, es darme paz interior, que es a lo que yo aspiro cada día que amanece.
 
En numerosas ocasiones, me han advertido personas de mi entorno,  de que por mi forma de expresarme y comportarme, es muy fácil que me confundan, y lleguen a tomarse unas licencias que yo no he dado. Y siempre digo lo mismo, el día que eso ocurra, a esa persona que se pase del límite, le paro en seco, y le digo "amiguito/ta te has confundido".
 
Yo soy consciente de que lo anterior me puede ocurrir, y de hecho ya me ocurrió. Le dije a un chico (era en mis años mozos) que iba muy guapo vestido, y al día siguiente me vino a preguntar que cuando quedábamos para salir. Salir ¿A donde y porque?, le pregunté, y él me contestó "es que como te gusto", ¿A mi?, "si me dijiste ayer que estaba muy guapo. ¡Dios!, pero si a mí, me parece que un hombre o una mujer, están guapos, se lo digo, y no por eso me gustan.
 
Todo eso me ocurrió en mi trabajo, y él era un compañero. Y sí, tengo que reconocer que me ha pasado alguna vez más, pero me da igual lo seguiré haciendo.
 
Claro, que si fuese hipócrita como tantas personas ¿Me iría mejor?, es posible, pero estoy segura de que yo no tendría la misma serenidad que tengo. Aunque también es cierto que me complicaría menos la vida.
 
Cada ser humano, hemos venido al mundo de los vivos a desempeñar una función. A mi me ha tocado la de ir por línea recta, y ¿Por qué voy a coger curvas?, si ni siquiera me gustan en la carretera.
 
Cuando alguien me empieza a contar determinada historia, y se anda con rodeos, me desespera un poco. Y si andan con secretismos, más aún.
 
Me parezco bastante al refrán que dice, LAS COSAS CLARAS Y EL CHOCOLATE ESPESO.
 
Tuve una madre, que me inculcó esta forma de ser, y me siento muy orgullosa, a pesar de darme TORTAZOS. 

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