miércoles, 9 de diciembre de 2009

A MI MADRE

Hoy ha llegado la hora, de rendir un pequeño homenaje escrito, a la persona que expuso su cuerpo, para darle vida al mío. Esa persona fue mi madre, cuyo nombre era, Tomasa.

Nació en El Provencio (Cuenca). Y con solo cinco años de edad, se quedó sin madre. La crió una señora, a la cual se le denominaba antes y ahora, madrastra, y que en realidad fue su madre. Era una buena persona

Por circunstancias de la época que le tocó vivir, asistió muy poco tiempo a la escuela del pueblo. Ya que era necesario ayudar a los padres, en los trabajos del campo, así como también a criar a los hermanos pequeños.

Por los motivos antes expuestos, su cultura era solamente la innata, ya que la adquirida nunca pudo obtenerla.

A pesar de no tener acceso a la cultura, se fue superando, y fue una persona muy abierta a todo el progreso de la sociedad. Tremendamente humana, muy acogedora y muy discreta. La persona ideal para confiarle un secreto.

A pesar de que por motivos de buscarme la vida, me fui muy joven del pueblo, el contacto con mi madre, siempre fue muy próximo. Cuando estaba en Ibiza, lo hacía por carta y por teléfono, Y cuando posteriormente me vine a Madrid, ya fue un contacto telefónico diario.

En el periodo de mi separación, mi madre era mi paño de lágrimas. Y cuando va pasando el tiempo, y esa herida empieza a cicatrizar, y la vida se empieza a ver de otro color más luminoso, mi madre seguía ahí.

Tuve la suerte, (y a pesar de estar a 170 km. de distancia), de compartir muchas horas de tertulia con ella, en nuestra mesa camilla, así como esos paseos hasta el rio del pueblo. Era muy gratificante. Como yo le contaba cosas sobre mi vida, y como ella tenía la mente siempre abierta, para seguir aprendiendo. Como nunca se escandalizaba, de esa diferencia tan enorme que había, entre esa España que cambiaba a pasos agigantados, y la España de su juventud. Se ponía en el puesto de las persona homosexuales o lesbianas. Siempre decía: "Que triste debe de ser, vivir en un cuerpo, que no aceptas". Realmente era muy adelantada a su tiempo.

Como buena manchega, a primera vista (como me pasa a mi), daba la imagen de persona "seca". Pero cuando se la conocía, se daban cuenta de que era una persona muy hospitalaria. En su casa todos eran bien recibidos. Te daba toda la confianza, para sentirte como en tu casa.

Como digo, trabajó mucho en las faenas del campo, pero junto con mi padre fueron escalando peldaños, para llegar a la llamada tercera edad, y poder tener una economía que les permitiera tener una vida digna. Y tanto mi hermano, como yo, también hemos puesto nuestro granito de arena, en ayudarles para que así fuese.

El día 12 de septiembre del 2003, Dios, o quien dirija esta vida, decidió llevársela para siempre. Y aunque se que es ley de vida, ya que se fue con ochenta y dos años, yo cada día la extraño más. Porque aunque tengo a mis hijos, ellos tienen su vida, y mi madre era mi confidente, era mi amiga. Le contaba las cosas que me ocurrían, le enseñaba lo que me había comprado. Le daba a probar, las comidas que a veces yo me inventaba, ella era la que me daba el visto bueno. Ella se sentía feliz cuando me oía cantar (cosa que me gusta mucho). Es decir, he perdido a mi mejor admiradora y tertuliana.

Estoy segura de que ella está, en ese sitio que siempre me decía que quería estar, y era junto a su madre. Ya que no había disfrutado de sus besos ni de sus caricias, por lo pronto que se quedó sin ella. Y según decía, su función en la tierra, había terminado. Nosotros teníamos nuestra vida, y ella quería cubrir ese vacío.

Madre, mama (como decimos en nuestro pueblo), allí donde estés, estoy segura de que Dios te habrá dado un lugar privilegiado, porque te lo mereces. Y aunque en muchos momentos (como tu sabes), se me escapen las lagrimas al acordarme de ti (y eso es todos los días), soy feliz, y tengo mucha paz, porque tu te encargaste y te encargas de que así sea. Tu sabes que yo si creo que cuando los seres querido se van, su espíritu sigue entre nosotros, y siempre acuden en nuestra ayuda.

Tomasa, gracias por estar ahí. Te quiero. Y espero que cuando me llegue ese momento, yo pueda volver a disfrutar de ti.

Un beso,

Tu hija

Mari

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