miércoles, 3 de octubre de 2007

LA VIDA

He decidido empezar a escribir, aquello que en su día hice en un cuaderno porque no existía estos medios tan avanzados llamados blogs informáticos. Aunque a decir verdad yo al igual que todas las personas de mi generación, nos daba vergüenza de que leyeran nuestros secretos, cosa que con la edad te das cuenta de que por supuesto siempre te guardas una parte muy tuya, pero que realmente es pequeña, y que todo lo demás si lo comunicas puedes ayudar a otras  personas, aunque simplemente sirva para que te critiquen, para que se rián (cosa que es muy sana), o para que también se atrevan a plasmar sus experiencias en este medio. Y entre todos estoy segura que haremos un mundo más humano, y menos solitario.
Pertenezco a una generación a la cual a muchos de nosotros se nos negó la posibilidad de cursar estudios. España se iba recuperando de la nefasta guerra civil, y mis padres no disponían de una economía como para enviar a su hija desde el pueblo a la capital a estudiar. Bueno era que tuvieran lo suficiente como para poder darnos de comer a los dos hijos que tenían. Y si a eso le añadimos el ser mujer, ya lo que faltaba. La mujer debía de prepararse para casarse, aprendiendo a coser y guisar (cocinar) como se dice en mi pueblo. El problema es que yo no estaba dispuesta a esa sumisión, y gracias a mi padre me fui de mi pueblo.
Primeramente me fui a Ibiza, en aquellos años en los que empezaba a llegar el turismo sueco, y no veáis el desmadre entre la juventud. Muchas de las parejas que yo conocí se rompían, especialmente ellos dejaban la relación, porque venían las suecas y tenían todo mucho más fácil que con sus novias. Pero éstas a su vez también comenzaron a cambiar su forma de comportarse imitando a las extranjeras. ¡En fin! que fue un a época bonita y que yo recuerdo con cariño, porque conocí a una compañera en el trabajo que me invitó a su casa, y a partir de ese momento esas personas se convirtieron en mis segundos padres y por supuesto ella es mi amiga. Es una gran familia formada por ocho hermanos que me acogieron con mucho cariño, y a día de hoy, la madre que es la única de la pareja que vive, la sigo considerando igual; Es un encanto de persona.
Siempre he pensado, que en mi paso por esta vida terrenal me encontraría con personas que sin llevar su herencia genética, las iba a querer igual que si fueran de mi familia, y por supuesto el tiempo me ha ido dando la razón, porque el conocer a las personas descritas en el apartado anterior así me lo ha confirmado la vida. Y que a esta segunda madre la quiero más que a muchos miembros de mi familia de sangre (como se suele decir).
Consejo de mi primera experiencia: No dejéis de querer a alguien por el mero hecho de que no sea familiar. OS PERDEIS MUCHÍSIMO.